Puedo disfrutar de su belleza o ahogarme en ella.
Apareces, y comienzas a llenar el agua con esas flores.
Me metes en la tina y me endulzas con ellas, pero tanta dulzura hace que me pierda, y no te das cuenta.
Sigues llenándome en ese mundo de palidez y pureza en pétalos, con sus centros amarillos como mis faros en la oscuridad.
Vacía. Queriendo de nuevo las margaritas que me entregaste, pero tú ya te has marchado.