jueves, 7 de abril de 2016

Espíritus



Mientras caminaba hacia el puente se aseguraba que nadie estuviera cerca. A esas horas de la noche difícil era encontrarse con alguien. Las estrellas brillaban por su ausencia, y la luna asomando tímidamente sobre las nubes parecía ser su única espía. Observó la oscuridad que la esperaba, y pensó que era igual que el cielo nocturno. No lo dudo más y saltó, saltó al fin de su vida. Siempre le habían gustado las alturas y la velocidad, así que pensó que una muerte así sería como poder expresar su esencia en toda su libertad. Sintió la adrenalina en cada fibra de su ser, mientras el aire chocaba contra su cuerpo. Y luego, el aterrizaje. Su espíritu huyó de su cuerpo, dejándolo eternamente inmóvil. Pero eso no importaba, su espíritu volaba al fin. Ella no lo sabía pero, desde arriba, detrás de un farol del puente, un segundo espía la había contemplado en el último instante, y tanto fue su deseo de no perderla que se lanzó al vacío, buscando a su secretamente amado espíritu.


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